miércoles, septiembre 12, 2012

El rostro del odio y el judío que pudo retratarlo

Alfred Eisenstaedt fue uno de los más emblemáticos fotógrafos del siglo pasado. Nació en Polonia, al Oeste de Prusia, en el seno de una familia judía y lastimosamente fue testigo del ascenso del partido Nazi liderado por Adolf Hitler. Trató de abrirse campo profesionalment en Berlín, pero tuvo que emigrar irremediablemente a los Estados Unidos porque el hostigaiento a la sociedad judía, era ya una cuestión insostenible.

Alfred Eisenstaedt

Como ciudadano norteamericano y corresponsal de prensa, logró viajar por el mundo y captar algunas fotografías que se convirtieron íconos del siglo pasado(y de la historia). Quizás la más famosa es la del V-J Day, en Times Square, también conocida como El Beso en Times Square, que tiene una historia bastante curiosa, la verdad.

Bueno, el asunto que ahora nos ocupa, es que Alfred Eisenstaedt fue quizá también, el único hombre que pudo retratar el rostro la maldad, de la hipocresía y del odio que puede albergar un ser humano. Lo curioso es que son dos fotos, sin mayor lapso de tiempo entre la una y la otra.

Sucedió en Ginebra. Tuvo la oportunidad de retratar a Joseph Goebbel, Ministro de Propaganda de Hitler. En la primera foto no hubo mayor problema porque el ambiente era distendido y Goebbels, cual estrella mediática, atendía de buena gana a los corresponsales acreditados.


Goebbels ante la prensa acreditada en Ginebra

Para la siguiente foto, el semblante de Joseph Goebbels cambia radicalmente, se descompone. Le habían avisado que uno de los fotógrafos acreditados (Alfred Eisenstaedt), era judío, lo ubica, y le lanza una mirada demoníaca. La imagen habla por sí misma, no necesita palabras:


Goebbels, su verdadera mirada. ¿Son los ojos el espejo del alma?

Pero dejemos que el mismo fotógrafo nos cuente su experiencia:

“En 1933, viajé a Ginebra para la decimoquinta reunión de la Liga de las Naciones. Allí, sentado en el jardín del hotel, estaba el Dr. Joseph Goebbels, ministro de Propaganda de Hitler, hubo un momento que el sonreía con todos, pero conmigo no lo hizo. Detrás suyo estaban su secretario privado y su intérprete. Ya alguien le había dicho que yo era un fotógrafo judío. Me regresó a ver con odio y me clavó fijamente la mirada. Yo también se la mantuve firme. ¿Me consideraba su enemigo?, parece que sí.
Mucha gente suele preguntarme acerca de cómo me sentía cuando tenía que fotografiar a estos tipos. Obviamente, no tan bien, pero cuando tengo una cámara en la mano no conozco el miedo”.

Alfred Eisenstaedt trabajó toda su vida en el staff de fotógrafos de Revista LIFE, magazine en la que llegó a ocupar con sus imágenes más de noventa portadas, y fueron publicadas más de diez mil imágenes suyas durante el tiempo que se dedicó al fotoperiodismo.

Fuentes:
1, 2, 3

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4 comentarios:

Sergio dijo...

Muy bien claro que sí me sirvio, muy interesante y siempre aprendo contigo.

Un abrazo

Ehse dijo...

Sí que hay diferencia... en un pequeño desliz se encuentra la verdadera mirada, los verdaderos sentimientos de un hombre desalmado.

Un saludo!

lopillas dijo...

mmmmmm así y todo tiene una sonrisa bien desagradable, no sólo los ojos son el espejo del alma parece...
Cariños Carlitos!

La Baronesa dijo...

La verdad es que fijándose bien es la misma mirada en las dos fotografías. En la primera puede sonreír pero al tapar el resto de la cara, quedan ojos sin brillo, inexpresivos, con maldad.

Es igual con las fotos del Papa actual....cuando él sonríe hay algo en su mirada que no lo acompaña.

Saludos

www.micafeblog.blogspot.com

 
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