La leyenda romana decía que el dios Saturno (Cronos para los griegos), había sido expulsado del cielo por Júpiter, desde donde llegó a Italia; y que durante el reinado de esta divinidad de la agricultura, los itálicos habrían vivido una edad de oro, sin guerras ni malas cosechas, donde no se conocía la propiedad privada ni tampoco la esclavitud. Era básicamente la fiesta que recordaba la igualdad de los hombres.
En su honor se celebraba la Saturnalia, en cuyos festejos se suspendía el poder de los amos sobre sus esclavos, y éstos tenían derecho a hablar y actuar con total libertad. No se respiraba más que placer y alegría: los tribunales y las escuelas cerraban, no estaba permitida la guerra ni la ejecución de criminales, ni ejercer otro arte que no sea el de la cocina.
Eran siete días de bulliciosas diversiones, banquetes e intercambio de regalos. Todos los habitantes de la ciudad dejaban de trabajar: la población acudía en masa al monte Aventino para disfrutar del aire campestre. Era un banquete público que daba paso a la más absoluta permisividad y libertinaje. Se permitían todo tipo de juegos de azar, apuestas y era habitual regalarse saquitos de nueces, velas o pequeños muñecos de arcilla.
En su honor se celebraba la Saturnalia, en cuyos festejos se suspendía el poder de los amos sobre sus esclavos, y éstos tenían derecho a hablar y actuar con total libertad. No se respiraba más que placer y alegría: los tribunales y las escuelas cerraban, no estaba permitida la guerra ni la ejecución de criminales, ni ejercer otro arte que no sea el de la cocina.
Eran siete días de bulliciosas diversiones, banquetes e intercambio de regalos. Todos los habitantes de la ciudad dejaban de trabajar: la población acudía en masa al monte Aventino para disfrutar del aire campestre. Era un banquete público que daba paso a la más absoluta permisividad y libertinaje. Se permitían todo tipo de juegos de azar, apuestas y era habitual regalarse saquitos de nueces, velas o pequeños muñecos de arcilla.
Fiestas Saturnales
Sin embargo, la expresión popular que más sorprende de estas fiestas era el intercambio de papeles que existía entre los esclavos y sus amos. Era habitual que los señores de la casa sirvieran en la mesa a los súbditos, que además tenían licencia de emborracharse e, incluso, de injuriar a sus amos como si de siervos se tratase. Asimismo, todos los esclavos recibían de sus propietarios una generosa paga extra en forma de moneda o vino. Lo que antes estaba prohibido se permitía entonces. En definitiva, era un tiempo para la libertad de expresión, tanto así que el poeta Horacio la llamaba "libertad decembrina" en sus sátiras.
La toga, prenda característica de los romanos, era dejada de lado para usar prendas coloridas. Tamién se acostumbraba a usar el píleo, que era un sombrero cónico distintivo habitual de los libertos. Los esclavos, que normalmente no tenían derecho a llevarlo, también podían usarlo durante esos días, de esa manera "todos eran iguales" durante las fiestas. Se cuenta, que hasta el tacaño Catón el Viejo concedía a sus esclavos una ración extra de 3,5 litros de vino. De hecho, en el calendario de Polemio Silvio del año 48 de nuestra era, se la llama La fiesta de los esclavos y es marcada como la actividad más destacada. Sin embargo, todo el mundo sabía que eso de la igualdad de la jerarquía social era temporal porque la fiesta terminaría.
El píleo, sombrero que usaban los esclavos libertos
En sus inicios esta fiesta se celebraba sólo el 17 de diciembre hasta que llegó la dictadura de Julio César en el año 49 antes dC, quien ordenó prolongar el feriado hasta el día 19. Su sucesor, Octavio Augusto, primer emperador der Roma, añadió un día más. Lo mismo hizo Calígula unos años después y Domiciano cerró la ampliación del asueto festivo hasta el 23 de diciembre.
Fuentes y referencias:
1, 2, 3, 4
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1 comentarios:
En la inmoralidad todos los hombres somos iguales. Aparentamos bien, sin embargo...
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