Desde los siglos XVIII y XIX la misteriosa -y en ese entonces poco conocida- cultura china ya ejercía una gran atracción en los países de este lado del planeta. Sus expresiones artísticas como la música y la danza, su cerámica y arquitectura, eran casi objetos de culto y muy cotizados por los coleccionistas y ni qué decir de ese fascinante misticismo que fue bastante explotado por artistas y charlatanes que hasta se hacían pasar por orientales con tal de ganar algún dinero.
Este misticismo fue explotado en todas las áreas, y la magia no podía ser la excepción.
A finales del siglo XIX, el newyorkino William Ellsworth Robinson (1861–1918) se ganaba la vida como mago de ferias ambulantes en los Estados Unidos bajo el nombre de “Robinson, el hombre del misterio”, hasta que en una de aquellas ferias vio la función de un afamado y exótico mago chino que lo cautivó. Desde este día decidió cambiar su nombre artístico por el de Chung Ling Soo.
A partir de ese momento vivió como un auténtico chino, incluso se daba el lujo de utilizar un intérprete para hablar con los periodistas. Sólo sus amigos más cercanos sabían de su verdadera identidad.
Dentro y fuera del escenario Chung Ling Soo vestía largas túnicas orientales y llevaba el cabello cogido con una trenza. Sus actos de ilusionismo eran respaldados por ese fuerte misticismo que emanaba; era cauto, muy pocas veces hablaba en el escenario y si lo hacía era con palabras muy cortas y con un marcado acento oriental.
Sus presentaciones eran novedosas y con tan buenos recursos que siempre dejaban anonadado a su público. Uno de los números que presentaba Soo era el de pescar peces en el aire, lanzando desde el escenario el anzuelo de su caña en el cual aparecía un pez vivo que coleteaba hasta desengancharlo y echarlo en una pecera. En otro de sus memorables trucos utilizaba una caja vacía de la que salía primero una moneda, luego otra, y otra, después un torrente hasta que el escenario se llenaba de monedas. Luego, cuando todo parecía haber terminado, de la caja caía un billete de banco, otro más, y por último una verdadera lluvia de billetes que lo cubrían todo. Como final aparecía al fondo del escenario un gigantesco billete que se transformaba en una moneda gigante.
Con este tipo de elaborados trucos y presentaciones se ganó el favor del público y su fama no tardó en cruzar el océano. Fue requerido hasta en Australia, a donde llegó precedido de una gran publicidad y fue recibido como toda una celebridad.
Chung Ling Soo arribó a Sídney en abril de 1909 y lo hizo a lo grande, acompañado por una multitud de asistentes –incluyendo a su esposa- y 75 toneladas de equipaje para su show. Durante su gira por Australia le pagaron 400 libras esterlinas semanales, que era un salario superior al que tenía el gobernador de Sídney en ese entonces.
Eran las 22:00h del 23 de marzo de 1918 en el Wood Green Empire Theater de Londres. Uno de los últimos trucos que había estado presentando con éxito en los Estados Unidos se llamaba “El condenado a muerte”. El acto consistía en que alguien del público disparaba con un arma de fuego contra el mago, quien atrapaba la bala al vuelo con los dientes y la escupía posteriormente en un plato que sostenía en sus manos.
Esa noche la esposa de Chung Ling Soo entregó al espectador las balas para que las examinara y marcara, luego, dos asistentes voluntarios -uno cargó y otro disparó- dispararon contra el mago que sostenía un plato a la altura del pecho.
El plato salió volando por el aire y la desafiante expresión de Chung se transformó en una mueca de dolor mientras caía al suelo...
El público comenzó a aplaudir a la espera que se levantara, pero Chung estaba tardando mucho en hacerlo, por lo que alguien ordenó que bajaran el telón temiendo lo peor...
Esa fue lastimosamente la última presentación de Chung Ling Soo ya que misteriosamente el truco había fallado y esa bala le atravesó el pecho.
Enseguida corrieron los rumores que defendían la hipótesis de un suicidio, y hasta de un homicidio, ya que la persona encargada del mantenimiento del arma disparada era el agente de Soo, supuestamente envuelto en un affaire con su esposa, Sue Sing. Otra hipótesis decía que el móvil serían los celos, ya que al parecer Soo estaba profundamente enamorado de una misteriosa mujer y parecía dispuesto a abandonar a Sue. Sin embargo la indagación policial concluyó que el caso fue de "muerte accidental" debido a la natural corrosión del arma, aunque Harry Houdini, que era su amigo personal, siempre sostuvo la hipótesis de que fue asesinado.
Recién después de su muerte el gran público descubrió que Chung Ling Soo era en realidad William Robinson, nacido en Brooklyn.
Fuentes y referencias:
1, 2, 3, 4, 5, 6
12 comentarios:
Lo chino cada vez está más de moda.
Son los nuevos amos del mundo.
Me parece que voy a aprender chino mandarín.
Saludos.
Vaya, es que algunos trucos pueden ser muy peligrosos... me ha recordado a la historia del Bruce Lee...
Besicos
"Muerte accidental" realmente eso nunca se sabrá. Curiosa história la de este hombre.
Besitos Carlos muuuuuuuackssss!!!!
Lo oriental, para el espectador de Occidente, siempre ha resultado exótico y ha estado rodeado de un aura de misterio. Así que, ya tenía ganada una parte de su éxito.
Lo de su muerte en el escenario también está envuelto de misterio... como su propio espectáculo.
Un saludo
Una historia llena de intriga y misterio que se incrementa con la extraña muerte del mago "chino".
Aunque si Harry Houdini sospechaba algo, sus bases tendría.
Un abrazo Carlos.
Es cierto lo que dice Toro. Los chinos vuelven y con fuerza!
Un excelente relato que creo sirvió de base para la película: The Prestige: Truco final.
Saludos.
Al final le terminò saliendo el tiro por la culata... :)
CUACKKKKK!!!
jajajajjajajajaja
(ameritaba el chiste tonto,verdad amigo?) ;)
P.D.:El tipo looqueado no te digo que tenìa el parecido de un potencial nipòn tremennnnndo pero zafaba bastante para la època...
MIS BESITOS MÀGICOS =)
Tu Blog como siempre está lindísimo y especialmente uno se va sabiendo algo nuevo. te dejo un beso...
Nunca se sabe cuando de balas y celos se trata.
Hola Carlos:
No sabía de ese mago "chino" tan especial, de muerte tan infortunada.
Un abrazo.
Lo que demuestra la importancia de un buen marketing. No creo que fuera mejor mago después de "hacerse chino".
Me recuerda la historia de los helados Häagen Dazs
Increíble. Voy a por más.
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