miércoles, diciembre 15, 2010

La caída de Hitler según su guardaespaldas

Hace poco se publicó en Europa un libro escrito por el nonagenario Rochus Misch, quien fuera el más fiel guardaespaldas de Adolfo Hitler, y seguramente el único testigo vivo del final del dictador nazi.


Según cuenta en su libro, Misch nació en una familia campesina de la región de Silesia e ingresó a las SS en 1937 -cuando apenas tenía 22 años-, y lo hizo por convicción propia, porque creía que su deber “era luchar contra los bolcheviques”. Después de un intenso entrenamiento fue enviado a combatir en Polonia, donde fue herido y salvó su vida providencialmente. Luego, por recomendación de su antiguo Jefe de División, acabó trabajando a las órdenes de Hitler en 1939.

Rochus Misch

De su primer encuentro con el Führer, recuerda:

«Estaba en la cancillería del Reich y el oficial de guardia nos explicaba las normas. En eso abrió la puerta y allí estaba Hitler. Me quedé mudo. Sentí escalofríos. Para nosotros era una figura mítica. Hitler le preguntó al oficial de dónde era yo. Cuando él le dijo que yo era de Silesia, Hitler dijo: 'Muy bien, pues te vamos a poner a prueba ahora mismo. Toma esta carta y entrégasela en Viena a mi hermana'».

Este sería el inicio de sus cinco años de servicio dentro del círculo íntimo del Führer.

Berchtesgaden, lugar de vacaciones de Hitler en los Alpes Bávaros

A pesar la naturaleza de su trabajo, en sus memorias relata que nunca supo nada del holocausto ni de otros crímenes nazis y que él jamás cometió ninguno. Y aunque esta declaración parezca poco creíble, parece ser avalada, ya que el Centro Simon Wiesenthal (especialista en cazar nazis) lo liberó de responsabilidad y declaró innecesario que sea investigado. De hecho el declara:

“Me es imposible asociar aquel estupendo jefe que tuve con el monstruo que pintaron después de la guerra. Son dos imágenes que no puedo unirlas.
Estoy consciente de que hubo cosas atroces, tantas muertes fueron una catástrofe. Yo también fui prisionero y torturado por los rusos luego de la guerra, y puedo imaginarme lo que sufrió esa gente”

Misch todavía vive en la casa sencilla de dos plantas en Berlín, a la que se mudó con su esposa, Gerda, en 1942. En esa misma casa recibió del Führer una caja de champán cosecha del año 27 como regalo de bodas.

Casa de Misch en Berlín

Debido a sus humildes orígenes, Misch en su nuevo trabajo siempre se sentía deslumbrado, ya que tenían la oportunidad de ver continuamente y de cerca a gente que antes sólo veía o escuchaba en las noticias, personalidades como Mussolini, el dictador rumano Antonescu o el soviético Molotov.

Encuentro entre Hitler y el dictador rumano Antonescu

Las memorias de Misch básicamente son recuerdos personales acerca de importantes hechos históricos. Por ejemplo, para él, el 22 de junio de 1941, el día que empezó la invasión de la URSS, fue “un día normal, como cualquier otro”.
El día del atentado a Hitler-el que se reseña en la película Operación Valquiria-, el fiel guardaespaldas no se encontraba en el cuartel general junto a su jefe, Misch estaba en un tren rumbo a Berlín, donde tenía que entregar personalmente unos documentos enviados por Hitler.


Acerca de la caída del régimen nazi, recuerda que el 22 de abril de 1945, cuando supieron que las tropas soviéticas habían llegado a Berlín, en el búnker, Hitler no ocultó sus sentimientos y les dijo todos sus colaboradores “que la guerra había terminado, y que todo aquel que quisiera marcharse era libre de hacerlo”. Cuenta también que la mayoría del personal decidió irse, pero que él siguió junto al Führer porque aún creía que los iban a evacuar por aire.

Recuerda que Hitler se mantuvo incólume y sereno hasta el final, seguía teniendo reuniones diarias con el estado mayor, a las que cada vez acudían menos colaboradores. Finalmente el 30 de abril de 1945 hubo una última reunión a la que sólo asistieron Goebbels, Bormann, y dos asesores más. En esa cita Misch pudo escuchar que Hitler dijo: “No quiero morir como Mussolini, prefiero que ustedes me quemen”.

Tras esa última reunión, Hitler se encerró en su habitación y el búnker quedó en silencio casi absoluto. Después de dos horas se escuchó un disparo. Misch no recuerda quien fue que abrió la puerta de la habitación del Führer, pero cuando entró vio a Hitler con la cabeza sobre la mesa, y a su lado en el sofá, a Eva Brown. No había mucha sangre.
Luego, dice Misch, fue testigo de que el chofer de Hitler y el líder de las Juventudes Hitlerianas envolvían los dos cadáveres dentro de una alfombra. Después escuchó que otras personas del búnker lo llamaban para que saliera el patio: “¡Ven al patio, van a quemar al jefe!”, pero Misch tuvo miedo y no hizo caso porque vio llegar a Heinrich Müller, el jefe de la temida Gestapo, y él pensó que matarían a todos los que presenciaran la incineración del jefe.

Al poco tiempo se enteraron por medio de la Cancillería del Reich de que los rusos no querían negociar ningún armisticio y que exigían una rendición incondicional; fue cuando todos empezaron a irse del búnker. También recuerda que Goebbels y otros generales se despidieron de él, y que el general Krebs, quien intentó negociar con los rusos, al recibir la negativa, se dirigió a su habitación y se suicidó.


A pesar de que Rochus Misch huyó del búnker y fue a esconderse en su casa, logró ser encontrado por los soldados soviéticos, quienes lo llevaron a la famosa prisión de Lubianka, en Moscú, donde pasó detenido tres años. Pero el problema se agravaba porque Stalin no creía que Hitler se hubiera suicidado, y a los supervivientes del búnker se los torturó despiadadamente con el fin de que confesaran que se había hecho el Führer.
Misch cuenta que llegó a padecer castigos tan insoportables, que él personalmente le escribió una carta al jefe de la policía secreta rusa, pidiéndole que lo mataran. En lugar de eso lo enviaron a un campo de prisioneros en Siberia donde estuvo preso seis años más, hasta que lo liberaron en 1954, año en el que regresó a su país y trató de reconstruir su vida.

Este tipo de testimonios siempre son muy importantes para ayudarnos a entender la historia con sus diferentes matices, pero hay que tener en cuenta que es “su versión” y lastimosamente no es verificable ni contrastable. Independientemente de la veracidad o no de la misma, personalmente creo que más valor histórico tienen las fotografías.

Fuentes y referencias:
1, 2, 3, 4

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9 comentarios:

Gabriela dijo...

Toda historia tiene dos lados, y a veces más de dos. De la misma manera, cada quien tiene "su" verdad.

TORO SALVAJE dijo...

Parece bastante verosímil.

Saludos.

Johan Daniel Estrella dijo...

¡Saludos!

Apoyo la idea de ToroSalvaje en el sentido de que Misch fue un testigo presencial y si bien puede haber "omitido" ciertos detalles comprometedores, en general su historia es bastante verosímil.

Aquí les comparto una antigua foto (pre-Facebook) que me tomé afuera del tristemente célebre edificio de Lubyanka (ex-KGB).

https://photos3.hi5.com/0048/524/402/XNm77i524402-02.jpg

;-)

Lara dijo...

Sea como fuere tendría que haber caido mucho antes.
Besitos Carlos muuuuuackssss!!!

moderato_Dos_josef dijo...

Muy interesante la vida de este señor, pero era tonto o demasiado crédulo. Mira que no enterarse de las matanzas de judíos que s3e llevaban a cabo....
abrazos.

esteban lob dijo...

Hola Carlos.


Sea cual fuere "su" verdad real, la historia descrita demuestra una vez más que en las guerras, al final, todos pierden.

Un abrazo.

Dragonfly dijo...

Así es Lobito Feroz.. siempre debemos escuchar varios puntos de la historia..

Besos ;)

Vero dijo...

Hola Carlos soy una ecuatoriana viviendo en Irlanda, son muy interesantes las historias de tu blog, sabías qué dos de ellas están por estrenarse en el cine? El escape más largo de la historia con Colin Farrel y la historia del joven que se cortó el brazo para sobrevivir.
Sigue adelante con tu blog.
Saludos.

Vir dijo...

Yo si me lo propongo también puedo inventar historias muy verosímiles, vaya que no me creo para nada que no supiera dónde estaba metido, y eso de Hitler-jefe estupendo, me río por no llorar, lo que pasa que este señor era un recadero y el centro Simon Wiesenthal buscaba criminales, un abrazo Carlos :*

 
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