Phineas Gage fue un obrero de vías ferroviarias que se hizo famoso, pero esa fama no se debió a su trabajo, sino a un inusual accidente que lo colocó para siempre en la historia de la medicina moderna, especialmente en la Neurología.
Lo increíble del caso es que Phineas no murió al instante, ni siquiera estaba inconsciente, de hecho hasta hablaba y no mostraba señales de incoherencia.
Enseguida los subieron a una carreta y lo llevaron hacia donde el médico del pueblo, el doctor John Martin Harlow, quien totalmente asombrado le prestó los primeros auxilios, limpió como mejor pudo los orificios de entrada y salida, y al poco tiempo lo dio de alta.
Meses después Phineas volvió a su antiguo trabajo de capataz, pero algo en él había cambiado. Antes del accidente era un empleado muy eficiente, amable y cordial. Ahora se había transformado en un hombre intolerante, grosero e irascible. Tan drástico fue su cambio conductual, que los contratistas dejaron de emplearlo y tuvo que buscar otro trabajo. Logró conseguir un empleo como conductor, pero lo perdió por la misma razón.
Mientras tanto, el médico que lo había atendido desde el principio, el doctor John Harlow, reportó el caso de Phineas Gage en el Boston Medical and Surgical Journal, pero la noticia fue tomada con escepticismo por sus colegas, debido a que nadie creía que alguien pudiera sobrevivir a tales heridas.
El doctor Harlow pronto se dio cuenta del cambio de personalidad que había sufrido Phineas, y empezó a hacerle un seguimiento más detallado, que fue parte de un estudio que lo publicó recién en 1868, 20 años después del accidente. En este estudio concluía que el daño que Phineas sufrió la corteza frontal del cerebro, le produjo una pérdida total de las inhibiciones, es decir, la barra metálica le había practicado accidentalmente una “lobotomía”, y que esa era la razón de su posterior comportamiento inadecuado.
Sus jefes, quienes lo consideraban el trabajador más eficiente y capaz antes de accidente, dijeron que los cambios que había sufrido eran tan marcados que no le darían nuevamente su antiguo trabajo. Era inestable e irreverente, dado a la más grosera conducta, profano, manifestaba escaso respeto por sus iguales, impaciente y dado a no escuchar consejos cuando algo se oponía a sus deseos. También se mostraba pertinaz y obstinado, caprichoso y vacilante, embebido en muchos planes para el futuro, incapaz de continuar una tarea demasiado larga. De esta manera, todos los que lo conocían dijeron que él “ya no era Gage”.
Desde esa fecha hasta hoy, el caso de Phineas Gage y su cambio de personalidad, ha sido motivo de debate entre los neurólogos. De todas formas, el daño cerebral que este hombre sufrió, sólo puede deducirse en base a las heridas del cráneo, ya que nunca a nadie se le ocurrió hacerle una autopsia luego de su muerte.
A propósito, Phineas Gage murió en 1860, 12 años después de su accidente, luego de varias complicaciones provocadas por ataques epilépticos, secuela de su daño cerebral. En 1867, su cuerpo fue exhumado y su cuñado se quedó con el cráneo y la barra de hierro que lo hirió, y se los obsequió al Dr. Harlow. Actualmente ambas piezas se exhiben en el Museo de Medicina de Harvard.

El caso de Phineas Gage hizo importantes contribuciones a la neurología moderna, ya que confirmó que el daño a la corteza prefrontal puede ocasionar cambios de personalidad mientras que el resto de funciones cerebrales permanecen intactas. También aportó evidencia de que la corteza frontal se encarga de determinar nuestra personalidad. Hoy, el rol de la corteza frontal en la cognición y el comportamiento social está bien estudiado y es algo que ya no se pone en duda.

La lobotomía era un procedimiento quirúrgico crudo y traumático, con el que se quitaba o destruía parte de la corteza frontal del cerebro para que no exista conexión con el resto de la masa encefálica.

Pero no todas estas intervenciones tenían el resultado esperado, aproximadamente el 50% de pacientes no sobrevivía a la intervención, o corría el riesgo de quedar en estado vegetativo, como de hecho le sucedió a Rosemary Kennedy, hermana del fallecido JFK.
Actualmente la lobotomía como tratamiento está considerada una aberración, de hecho, la última fue practicada en 1967. ¿Pueden creer que al inventor de esta barbaridad -Egas Moniz- le dieron el Premio Nobel de Medicina en 1949?
Afortunadamente ahora existen fármacos para tratar los trastornos de personalidad.
Aquí pueden ver un impactante documental acerca del Dr. Walter Freeman y sus lobotomías en serie.
Fuentes y referencias:
1, 2, 3, 4, 5, 6
9 comentarios:
Coño!!! me has dejado alucinada con la história. No, desdeluego menos mal que hoy día hay fármacos.
Muuuuuuuuuuuuacks!
Me has recordado la novela "Alguien voló sobre el nido del cuco".
Allí también lobotomizaban.
Saludos.
La verdad es que los tratamientos psiquiátricos de hace un tiempo es algo que pone los pelos de punta!
Y lo de este caso, jeeee NO ME HAS PILLADO YA LO CONOCÍA
jajajajaj
Besicos
Se me revolvieron las vìsceras al leer èste pòstulo!!!
¡¡QUE HORROR!!!!
P.D.:Recuerdo una pelìcula protagonizada por JESSICA LANGE que contaba la vida de FRANCIS FARMER,una actriz no demasiado afamada a la cual se dice que le practicaron una lobotomia...
Cuenta la fàbula que aùn hoy en dìa en muchos hospitales psiquiàtricos continùan con esa pràctica (?)
BESITOS SEGUROS :D
Por Dios...
(Me gustó el post igual eh jajaja)
Esta noche no duermo "payaso me come" jajaja :P
Saludos.
Desde luego, los pelos de punta. No me he atrevido a ver el vídeo... ¿me quitará el sueño?
Gracias, Carlos. Beso grandísimo.
Wow! tremenda historia... la verdad es que no me imagino que algo así pueda pasarme.
Besos lobito°
Muy interesante! saludos!!
!!!!
Buenisima entrada y el documental es excepcional!!
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